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sábado, 3 de diciembre de 2016

El "Imperio del fin del mundo", Escribe: Cesar Tamborini Duca, desde León, España

El "Imperio del fin del mundo"




















como me gusta denominarlo por haberse encontrado en el cono sur del continente americano, a pesar de su extensión y poderío fue prácticamente desconocido para el mundo, e inclusive para los argentinos que recién en los últimos años escucharon hablar de los "Mapuche" (gente de la tierra); sin embargo muy pocas naciones pueden presumir de soportar el asedio de cuatro naciones y resistir durante 400 años: a los Incas primero cuando quisieron extenderse a sus dominios, luego a los españoles y por último -después del nacimiento de estas naciones- a chilenos y argentinos. Hasta que la viruela (que hizo estragos en una población no inmunizada), el poderío de las nuevas armas, y la escasa población como consecuencia de tantos años de lucha, hizo que se rindieran en 1883. Muchas mentiras sobre ellos para justificar su expulsión e intento de exterminio, justifican su reivindicación, como traté de hacer con mi libro "Pasión y Muerte de Nuestro Señor de las Pampas".

Para la pausa, para el esparcimiento, "El Ordenador Sensible" relata un suceso apócrifo.



la dulce patria

En su libro “La Dulce Patria” (Colección Austral) Arturo Capdevila les niega historia a los mapuche y, al igual que Sarmiento, considera legítimo y necesario su exterminio por “carecer de atributos humanos” según menciona en la pág. 77 y siguientes. Sin percibirse de ello, entra en contradicción al mencionar al cacique Quinteláu (p. 41) que fue a Buenos Aires para los actos del 25 de Mayo de 1812. “Pedía se reuniese un parlamento general de caciques en Salinas, para mayor unión y fraternidad con el gobierno”. También dice el autor que carecían de la noción abstracta del número (p. 83) lo cual no es verdad.Indudablemente no podemos dar veracidad a una persona que no mantuvo contacto con los aborígenes y por lo tanto desconocía sus costumbres, porque Arturo Capdevila vivió entre los años 1889 (cuando ya los habían expulsados cuando no exterminados) a 1967; ni tampoco a las opiniones sobre ellos de quien los aborrecía (Sarmiento), que solo pudo tener contacto esporádico y desde su punto de vista de superioridad étnica y su misoxenismo.
Es mas de fiar la opinión de alguien que tenía motivos para denigrarlos (como en parte lo hace en su libro) por el trato de que fue objeto durante su permanencia forzosa entre ellos durante un período de tres años desde 1855 hasta 1858 inclusive (Augusto Guinnard. “Tres años de esclavitud entre los patagones”). Sin embargo su sinceridad le hace manifestar su admiración por Calfucurá, que en 1858 tenía 103 años, en cuyo aduar convivió la última etapa de cautiverio y a quien veía diariamente. Sin necesidad de extenderme en demasía, he aquí lo que Guinnard decía sobre su lenguaje y los números:


Auguste Guinnard

“Decía d’Orbigny, con falta de conocimientos positivos, que la lengua patagónica es poco amplia y hasta burda; que carece de términos para expresar completamente un pensamiento… Es un grave error… ¿Qué habrían podido decir entonces los infatigables oradores que he visto entre los patagones, entre los puelches, y aún entre los pampas y los mamuelches, y que tanto como Calfucurá… sabían emocionar tan bien a sus oyentes, y animarlos con sus discursos?… dan expresión al pensamiento; pero la dan completa, sin lagunas”.
“Los indios saben contar perfectamente bien; emplean nombres de números que clasifican, como nosotros, por decenas… Aunque no saben leer ni escribir, resuelven casi instantáneamente cálculos que nos exigiría a menudo mucho tiempo… jamás se equivocan en sus cuentas, por importantes que sean”. (Páginas 120 y 121)
No me cabe duda que la veracidad está de parte de quien los conoció íntimamente. Veamos ahora más en profundidad su sistema numérico; su inteligencia innata les permitía la noción abstracta de números de unidades infinitas como “un millón”: mari pataca huaranca. Su sistema de numeración es igual al teutónico y podemos comprobarlo con un ejemplo: “quechú marí” que numéricamente equivale a cincuenta gramaticalmente es “cinco diez”.

Para los NUMEROS CARDINALES usaban 10 cifras, y todos los demás números se forman a partir de ellos; a continuación algunos números y sus nombres:
  1. Quiñé
  2. Epú
  3. Culá
  4. Melí
  5. Quechú
  6. Cayú
  7. Regle (o relghé)
  8. Purá o Purrá
  9. Ayllá
  10. Marí
  11. Pataca
  12. Huaranca o guaranca
Todos los demás números se forman a partir de ellos, como verán en éstos ejemplos:

Mariquiñé: 11
Mariepú: 12
Marimelí: 14
Epumarí: 20
Epúmariquechú: 25
Melimarí: 40
Melimariepú: 42
Quechúmarí: 50
Quechúmaríquechú: 55
Epú Pataca: 200
Purá Pataca: 800
Marí Huaranca: 10.000
Pataca Huaranca: 100.000
Marí Pataca Huaranca: 1.000.000
Por ejemplo para decir 1878: Huaranca purá pataca relghemaripurá

NUMEROS DE MEDIDA: a los números cardinales se les agrega el sufijo mita (o mel, o chi)
Una vez: quiñemita, o quiñemel, o quiñechi
Dos veces: epúmita, o epúmel, o epúchi
Tres veces: culámita, o culámel, o culáchi
Cuatro veces: melímita, o melímel, o melíchi
Cinco veces: quechú mita, o quechú mel, o quechúchi
Y así sucesivamente

NUMEROS ORDINALES: Es lo mismo, pero agregando el sufijo lelú a los números cardinales:

Primero: quiñe lelú
Segundo: epú lelú
Tercero: culá lelú
Cuarto: melí lelú
Quinto: quechú lelú
Agregando el sufijo gentú, tenemos:
Ser uno: quiñe gentú
Ser dos: epú gentú
Ser tres: culá gentú
Ser cuatro: melí gentú
Ser cinco: quechú gentú

Habíamos viste que el nº 8 es purrá. Había un cacique llamado Purrán, cuyo nombre significaba “ser 8” o “vale por 8”. Es así porque la “n” verbalizante tiene el significado de “ser”.
Mi amiga Beatriz Pichi Malen, tataranieta del cacique Coliqueo, en ocasión de su presencia en León para dar una Conferencia en la “Casa Argentinos de León” me obsequió su álbum de música mapuche “Plata”, en el cual se puede escuchar esta canción interpretada por ella:

LOS COLORES
En cuanto a los colores, les doy los siguientes ejemplos:
Cari o caru: verde
Calfu: azul
Colú o Quelú: rojo, pardo, rojizo, colorado
Curú: negro
Chod o Chos: amarillo
Lig o Lik: blanco
Painé: celeste
Pillondeuü: violeta
El río Colorado por ejemplo era el Quelú leufú, y el río Negro el Curú leufú. Como se darán cuenta, Leufú significa río. En otra ocasión explicaré algo de su idioma o de otros aspectos relacionados con el mismo.

©CESAR TAMBORINI DUCA, poeta y escritor argentino
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

1 comentario:

  1. Querido amigo, incomparable narrador de nuestra historia, incansable estudioso y profesor de la gesta americana, amigo inolvidable ,estudioso y generoso de su saber...Mi saludo y felicitaciones, por tu producción y generosidad de compartirla.Yolanda

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