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viernes, 29 de marzo de 2013

NO SE MUERE EL ENERO EN TUCUMAN

NO SE MUERE EL ENERO EN TUCUMÁN

No se muere el enero en Tucumán
ni coincide la flor en lo casual,
ni es mentira la casita de barro
amurada al friso de la catedral.
Se embaraza la tarde de nostalgia
al parir tu nombre sin olvido.
Me gusta  el camino a San Javier
porque finge las curvas de algún río.

Puedo tantear el aire y transitar
la noche tibia en Tucumán
hasta llegar al “Alto” por calle Avellaneda
para morir en guitarras y en el vino
derramado en la mesa inmemorial,
donde el alma de Atahualpa espera
y el tucu danza entre maderas
el baile rumboso y vegetal.

No se muere el enero en Tucumán.
Olor a caña,  azahar y grillo
y la nostalgia del naranjo amargo
perfumando la plaza Independencia,
donde yace la memoria del Cabildo.
No se muere el enero en Tucumán
si escucho las risas de los niños
y el hechizo del viejo campanario
que baja por la calle “veinticuatro”
para teñir de pudor tu delantal.

Norberto Pannone ©2012 

NORBERTO PANNONE, Presidente y Miembro fundador de ASOLAPO ARGENTINA

lunes, 25 de marzo de 2013

ROSAS

ROSAS

Con sus pasos transparentes
va la bella rosa y sus espinas.

Sus espinas no dañan.
Sus pétalos terciopelos
tienen su cuerpo suave.

las espinas son sus armas.
Su tronco es un remanso
donde dejamos el alma!


Cuando salimos al mundo
como una rosa de viento,
cruzamos nuestro destino
con los ojos vendados
y sus pétalos se mueren
con sus espinas clavadas.

L a rosa…
es tan bella como la vida!

LIDIA CRISTINA CARRIZO, poeta y escritora argentina.
Miembro Fundador de Asolapo Argentina

HOSTIGAMIENTO

HOSTIGAMIENTO

Con RODOLFO LEIRO

Hostigada de inhóspita derrama,
que tú, muerte, pregonas en baluarte,
abro un extenso guión, fijo un aparte,
de tu oscuro pendón y de su escama.

Yo no soy el vaivén que se encarama
al álgido tambor de tu estandarte:
Soy un grito de euforia, soy el arte
del azul, en el gris de tu proclama.

Y en tu espacio violento de intemperie,
forjo andenes de pechos sin molduras,
y vagones que embarcan mi destino.

Yo soy boca de aquellas que en congerie,
acostumbran su voz en las alturas
y mudan las miserias en un trino.

ESTHER GONZÁLEZ SÁNCHEZ, Vigo, España
Miembro Honorífico de Asolapo Argentina


DECISIONES

DECISIONES

He parido estrellas en la noche angular de mis proverbios.
He decidido suspender la reunión de los relojes
para permitir que el tiempo tenga raciocinio
y se invente algunos segundos para amamantar mi historia.
He pensado en construir puentes
a través de los dos últimos colores del arco iris,
para divisar desde esa remota lejanía,
la maravilla diametral que existe
entre optar por los grises o los brillos.
He sabido que “nadie” puedo ser yo, puedes ser tú
y que “nunca” es probable que me despierte
en alguna aurora distraída,
para entender que los silencios no son perennes,
que las disputas no son eternas
y que prosperan las esperanzas cuando deambulamos
con los sonidos de la siesta en nuestras manos.
Ese sopor de verano tiene su dialecto propio,
enmudece la gente, descansan los relojes,
duermen las sombras recostadas con su dueño.
Es incluso posible,  rondar por los anillos satelitales
de nuestra aurora,
y vislumbrar y palpar lo tenue que es el rocío
cuando se apoya sobre las espinas de una rosa.
Todo es prescindible, nada es increíble.
Siento el sudor que empapa mis manos
y sé que una rebelión de emociones internas
está fluctuando en el vértice más peligroso de mi angustia.
Entonces, en el abismo que se devora los intentos,
me inclino, me reverencio y me reinvento
para surcar profundidades
y emitir el sollozo clausurado
que me permita emprender el vuelo.

ELSA FLORIT, poeta y escritora de Cañada de Gómez, Santa Fe, Argentina.
Miembro Honorífico de Asolapo Argentina

LA VELA

LA VELA

Poema construido en el año 1994, traducido
al idioma quechua e incorporado al Museo
Histórico Regional de Vicuña Mackenna (Córdoba) Argentina.
Cuando suponía que mi esposa me sobreviviría.

Agoniza la tarde. La viejita,
en el seno desierto de su casa,
con la solemne liviandad de gasa
acerca al fuego la típica marmita.

Después sorbe su sopa. Lentamente
mientras hunde sus ojos en el plato
y un dibujo de patios y de ratos
atiza la bondad de su presente.

Ha quedado muy sola. Desolada
como un pecho que en plena madrugada
los recuerdos inhóspitos desvelan.

Abre un viejo cajón. Acaso un rezo
mientras escapan sentimientos presos.
Un minuto después arde una vela.

RODOLFO LEIRO, poeta y escritor argentino,
Miembro fundador de Asolapo Argentina
Incorporado a REMES (Red Mundial de Escritores en Español)


sábado, 23 de marzo de 2013

LAS ROSAS PEREGRINAS

LAS ROSAS PEREGRINAS

     Uno se olvida de visitar a las personas queridas. Digo más, aún  a las muy  amadas. El tiempo, ese enorme tirano de las horas,  va dosificando las actividades y los intereses a lo largo de los días  y así, poco a poco, nos encontramos tan ocupados que  parece inevitable  olvidar  aquello que fue  tan caro para nosotros en otras épocas. 
     Ciertas veces, sin embargo, descubrimos que cualquier intento de olvidar es vano, como si se produjera una conjunción entre el pasado y el presente para volverse un repentino “ahora”.  Aclaro que todas estas disquisiciones  fueron motivadas por las rosas.
(“Dime qué hacer, Señor, en esta aurora
cuándo la pena me carcome el alma
como estilete que azuza  mi calma
mientras devana  el hilo del  otrora…”)
   Me levanté temprano. Aquel domingo todo parecía bullir en mi cabeza. En realidad, la decisión la había tomado la noche anterior mientras cortaba las rosas de la casita del puerto.  Ya les había “echado el ojo” para los floreros de mi casa porque eran densas, enormes y rosadas, aunque carecían del perfume de las rojas y aterciopeladas  de mi antiguo domicilio  de la calle Arenas. Pero eran vistosas y alegres, con un algo de candor y con resabios de una belleza esforzada, lograda a “fuerza  de pulmón” en medio de macetones con malvones y geranios.  Las rosas siempre han sido un pequeño tesoro de los jardines humildes,  quizá  mucho más significativas  que los preciosos capullos que adornan alguna finca inglesa con natural disposición  y elegancia.  Porque estas rosas vistosas, sin perfume y  en gran número, lucían de forma inusual, desusada, en la diagonal de tierra del sencillo patio de marras. Eso sí, estaban colmadas de espinas, cuchillos  afilados e hirientes que se negaban a entregar el fruto de su esfuerzo cotidiano  y renuentes a conocer horizontes distintos de su origen. Luego de algunas pinchaduras  y variadas maldiciones farfulladas en voz baja, logre cortar una buena cantidad de ellas. A cambio, les entregué a las que quedaban, el beneficio de algunos cubos de agua para que pudieran reproducirse sin mayores problemas, pese a la merma ocasionada.  Corte también algunos helechos, que derramaban sus  finas ramas y tenues adornos vegetales hacia arriba y a los costados. Satisfecha con el ramo, cerré la puerta de rejas y me alejé raudamente.
     La adquisición de las flores, casi manu militari, confirmó mi irrevocable decisión (tantas veces postergada), de cumplir con mi proyecto del día siguiente.
     Al llegar a mi casa, dediqué una parte de las rosas para el embellecimiento de mi sala. Sobre un multicolor florero, alternaron amistosamente las recién llegadas con las de mi propio jardín. Formaron un delicado centro rosado que jugueteaba con los diversos tonos contrastantes a su alrededor. En otro recipiente  más pequeño, que usualmente ubico sobre la mesa de la cocina, puse algunas más. Quedaron tan bonitas, a mi juicio, que me tentaron para decorar además el dressoir del living. A continuación escogí un estratégico hueco entre el reloj de mesa y un  trozo de piedra mezclada con amatista que refulgía con sus tronos  violáceos. Satisfecha con los resultados conseguidos reservé para la visita planeada  el resto de las rosas en una vieja olla con agua. Diluí en ella una aspirina para alargar la vida útil de las flores y di por terminada  la tarea.
       Luego del desayuno, temí que se debilitara mi decisión de realizar aquel viaje  con las rosas. No sé, creo que no es fácil realizar un encuentro con las migajas  de lo que ayer fuera plenitud y vivencias. Conformarse con el pálido reflejo de un espejo quebrado, casi hecho añicos, presente y ausente a la vez…
(“Melancólico viaje hacia el encuentro
donde me enfrento toda, sin decirlo
y en callado silencio, al escribirlo
desnudo el vendaval que llevo dentro…”)

     Porque mi tormento permanente en este asunto era  mi aceptación tácita, interior, de que no tenían sentido ninguno de los rituales que realizaba. Que  con ellos sólo respondía al cumplimiento de reglas  y convenciones establecidas, ajustadas por el tiempo y el beneplácito de las creencias y la costumbre.  Todo ello, me decía, lograba que nuestra conducta al respecto pareciera “casi” espontánea frente a hechos de esta naturaleza.  En el fondo tenía la convicción que aunque yo quisiera ser un remolino que intentara  perforar un universo paralelo, cercano pero de imposible acceso, frente a él mis rituales se tornaban algo torpe, incómodo e inútil.  Al mismo tiempo, no podía evitar  un mea culpa por la aparente indiferencia (¿remordimiento?) que se iba apoderando de mí ante la inminencia de aquel viaje.
     Ya el propio trayecto era penoso ¿O así al menos me parecía a mí, que esas calles, sucediéndose unas a otras, se sumergían en zonas cada vez más sombrías, cada vez más solas? No sé qué era, pero mi pecho  iba oprimiéndose cada vez más a medida que  me acercaba a aquel lugar donde me esperaban ¿O en realidad no había ningún interés por mi presencia? Tal vez sólo se trataba de un espejismo de mi propio deseo.  Todo se confundía, porque en realidad yo tampoco me había declarado a mí misma  que tenía ganas de ir., Seguramente todo era obra de las  propias impresiones que uno siente dentro suyo, integradas  a la propia existencia, junto con los dictados que fueron marcándose  sobre la blanda arcilla de las horas infantiles.
    (“Este viaje a ese tórrido desierto
que calcina los campos terrenales
nos retiene y atrapa en infernales
abismos de dolor a cielo abierto…”)

Mis rosas, impávidas, me acompañaban en el asiento trasero del coche que nos  conducía hacia el sitio. Le di una ojeada a la bolsa de plástico donde estaban alojadas. Las preservé del intenso sol corriéndolas más hacia mí.  Reconocí, satisfecha, que era mejor estar sola en esta ocasión  porque cuando uno debe enfrentar alguna resolución  en la que se halla en juego la propia fiabilidad  en temas esenciales, lo mejor es resolverlos al propio modo.  Así, reflexionando, llegamos. Buscar entre las calles 5 y 6 el número 33 no fue tarea fácil. Tal como acontece en las más modernas metrópolis,  donde los cuerpos de los edificios de departamentos son similares,  a mí me costaba encontrar el punto.  Mientras lo buscaba, recordé aquella serie de la TV española (cuyo título se me olvidó), donde  la semejanza de los edificios hace imposible que el protagonista puede acudir a la cita con la mujer de sus sueños.
     (“Busco, entre todos, el sabor perdido,
el olor primordial, la mano ardiente,
La miel de la mañana, la impaciente
constatación de amor del tiempo ido…”)
     Con las rosas a mi lado, poco a poco, la relativa serenidad  y hasta cierta indiferencia, fueron cediendo el paso a la angustia ¡No faltaba más! Ir a cortar las flores el día anterior a la casa del puerto,  mantenerlas cuidadosamente en el recipiente con aspirina,  viajar tanto tiempo y ahora no poder entregarlas en ese sitio tan alejado de casa.  No podía soportarlo. Era verdaderamente el colmo. Por suerte, las rosas se mantenían bastante bien, gracias a un resto de humedad en la bolsa y yo procuraba no cerrar la abertura  de la misma   para que el aire las mantuviera lozanas.  Consulté a un encargado del lugar para que me orientara.  Con su mejor voluntad, me dio algunas vagas indicaciones  que no me sirvieron de mucho.  Mis rosas y yo continuamos la peregrinación como si  fuésemos camino a Santiago de Compostela.
     Sabía que el vecino de uno de ellos se llamaba Daniel Volpeti ¿ o era Volpati?  La verdad es que dicha  información no resultaba de ayuda en estas circunstancias. Los minutos pasaban y no aparecía ninguno de los buscados.
     Al fondo, una construcción  de color amarillo  no sé por qué (o sí lo sabía)  me llamó poderosamente la atención, como un recuerdo apagado y doloroso. Recordé, mediante esos circunloquios que realiza nuestra mente cuando quiere eludir el foco de atención, aquel film  donde el asesino múltiple  (me parece que lo encarnaba Tony Curtis),  merced a la labor de un psiquiatra hipnotizador, enfrenta  la tremenda verdad de su manía  homicida, que permanecía oculta para él en su vida cotidiana.
     Caminé, casi sin darme cuenta,  en esa dirección. Un vientecillo fresco suavizaba el calor  de las primeras horas de la tarde. Las grandes arboledas, plenas de verdor estival, mostraban orgullosamente sus enormes ramajes  entre las flores y los bancos,  para solaz de los ocasionales transeúntes.
     De repente, encontré el hábitat   del tal Daniel. Muy cerca, me esperaba uno de los destinatarios de mis rosas. Pasando una diagonal, casi en perfecto extremo de recta, se hallaba el otro escenario que me interesaba. Ya segura de mis pasos, pero desarmada por la emoción organicé como pude las actividades subsiguientes.  Abrí la bolsa, saqué las dos botellas con agua  y luego de vaciar  el líquido en  los recipientes comencé a repartir mis flores. Tres a los pies, una en la cabecera de él; cinco a los pies de ella, complementado todo con finos helechos.
(“Parece que no hay nadie y sin embargo
ellos me miran hoy, desde su altura
y alivian mi pesar, esta locura
de negar la verdad. Hoy me hago cargo

de aceptar mi pasado y mi presente,
conjugar el futuro entre las manos
con la lluvia de amor que desde arcanos
se desliza sutil sobre mi frente”)

Luego, con el corazón  a flor de piel y los ojos cuajados de lágrimas, contemplé  mi obra.  Descubrí, gracias a las rosas, que volvía  a tener significado  el homenaje ante las tumbas de mis padres.

IRENE MERCEDES AGUIRRE, poeta y escritora argentina.
Miembro Honorífico de Asolapo Argentina

    

    

REALIDAD Vs DESEO

 REALIDAD VS. DESEO

Me vestí con encajes y tules,
mis labios besaron el espejo con abundante rouge,
para despedir con galas mis múltiples pecados.
Subí velozmente por las plataformas de mis sueños
y desnudé hasta el último suspiro ahogado.
Desde las profundidades, y en un solo grito,
cumplí mi deseo.
En éxtasis inicié mi infinito viaje.
Se gastó mi piel en  numerosos cuerpos,
y en el espejado tiempo sin fondo
me anulé del mundo.
Adoré lo inexistente, coroné lo imaginado,
arrojando mi túnica carnal por la ventana de mis penas
y en soledad, en soledad
colgué mis ojos sobre hojas muertas.

MARY ACOSTA, poeta y escritora argentina
Miembro fundador de Asolapo Argentina


AMADA, YO ESCRIBO

AMADA, YO ESCRIBO

Cantando desde tu nombre.
Las noches me acercan a ti
y los crepúsculos me alejan.
Me llenas de una dulce melancolía
que me alimenta, y me entristece pensar
que la distancia te conoce mejor que yo.

La misma sal de la tierra
sabe que en tus manos se endulzó mi tristeza.
El mar es ancho y distante.
Así de ancho es mi silencio,
así te es distante mi dolor.
Te fuiste con las rojas palomas
que vuelan cuando el día muriendo se aleja.

Ah esta negra noche temblando.
Ah la blanca espuma que envuelve.
El mar es ancho y distante.
Las noches me acercan a ti
y los crepúsculos me alejan.
Y me entristece pensar
que la distancia te conoce mejor que yo.

Antofagasta, Noviembre de 1991

ANTONIO MACERA

CON   EL   CORAZÓN   LLENO   DE   FLECHAS
1 9 8 7 – 1 9 9 7
© Todos los Derechos Reservados. 

Antonio Macera


Miembro  Honorífico de la Asociación Latinoamericana de Poetas, 
Escritores y Artistas. ASOLAPO - ARGENTINA

Corresponsal de la Revista Literaria
Imágenes de Océano - Antofagasta



viernes, 22 de marzo de 2013

DIGNIDAD

DIGNIDAD

                                   Atributo ético moral común a toda persona.

.-A resultas de oír la radio, ver la televisión y demás medios informáticos podríamos  pensar que esta  hermosa palabra ha desaparecido de nuestro diccionario. Creo que nos ha abandonado, cansada de ser violada, adulterada, falazmente interpretada, menospreciada y atrozmente ignorada.
            Kiko era un campesino, que vivía en un pueblo rural, allá a finales del diecinueve y principios del veinte. Trabajaba en Papeleras Reunidas y cuando terminaba su jornada laboral y por tiempos ya primaverales, iba a las masías a limpiar de hierbas pujantes los márgenes de los bancales, huertos y jardines, lo que le suponía una doble jornada de trabajo. Por esta segunda labor no cobraba salario alguno, el dueño de la masía le decía que cogiese, algunas panojas, rastras de ajos o cebollas, o algún montoncito de fruta algo dañada. Lo dejaba a su libre albedrío y cuando comprobaba la equidad que aquel hombre usaba para cobrarse el esfuerzo realizado, no podía más que extrañarse:
 “Vaya  Kiko, ya veo que eres un hombre honrado y comedido” a lo que Kiko le respondía:
 “Procuro ser lo las  equilibrado posible, ya que usted tiene la propiedad, de la que necesita más o menos, que lo mismo aumenta que disminuye, según las cosechas y las  circunstancias, por supuesto;  mi único valor es mi dignidad, con la que alimento mi existencia”. Debo decir que estos razonamientos no siempre eran comprendidos, ni por unos ni por otros.
.-Sin duda Kiko mantenía su conducta alimentada de dignidad, la cual no perdía nunca de vista pues era el elemento moral que ajustaba su conducta.
Más que con sorpresa, se diría que con extrañeza cada cual le da una significación particular y no tanto la notamos de falta cuando somos agredidos que cuando somos nosotros los agresores.
Parece que no es tan fácil mantener una existencia digna; estando la situación económica y social tan deteriorada
Horroriza pensar lo difícil que resulta mantener la propia dignidad ante la falta de trabajo, que te aboca a aceptar algo que en otras circunstancias rechazaríamos totalmente. Ahora, como decía el paisano, hay que bajar el listón de la dignidad y aceptar lo que antes se rehusaba.
Esto será según se interprete, porque recoger comida, ropa, o metales puede ser tan digno como cualquier otro menester.
 Que duda cabe que como ser humano, una persona pudiente puede tener tanta dignidad como cualquier otra  pero el trabajador tiene además, la dignidad de su trabajo, sea el que fuere. La dignidad que se logra cuando tu deber esta cumplido, cuando tu aportación al bien común, no sólo porque has trabajado, sino, porque has ayudado a los demás;  es la cuota de dignidad más alta que puedas alcanzar y la sustancia que mantiene tu moral a flote.
Diremos que no es fácil y acertaremos, pero seguiremos manteniendo la idea de que un NO ante algo que daña nuestra dignidad, y que echamos de falta en los políticos que nos gobiernan,  nos llena de una infinita satisfacción, y encontrarse bien porque nuestra dignidad ha sido salvaguardada, es una satisfacción no siempre fácil de lograr.

SALOMÉ MOLTO, de Alcoy, Alicante, España.
Miembro Honorífico de Asolapo Argentina                                                                                                

POSTUMA

PÓSTUMA

Día a día, este ciclo inexorable
que despeña mis tenias al vacío,
despega del telón de aquel estío,
los dátiles del sueño venerable;

no avizoro el pendón inexpugnable
que expoliando la vis del sueño mío,
me lleve con las voces del gentío
al folio de la milpa emancipable;

desciendo hacia vil páramo indomable
donde muere la trova que fue afable
congeniando mi suerte con mi lira.

¡Se acaba cada pálpito en que expira
mi figura de rima en una pira,
mi canto sobre un púlpito insondable!

RODOLFO LEIRO, poeta y escritor argentino.
Miembro fundador de Asolapo Argentina


domingo, 17 de marzo de 2013

GRITO DE MUJER


EL "3ª FESTIVAL LATINOAMERICANO "GRITO DE MUJER"."
LIDIA CRITINA CARRIZO /  Buenos Aires Argentina
POEMA LEÌDO
"GRITO de MUJER"
Lidia Cristina Carrizo en su lectura y Autora del poema 
3ª FESTIVAL LATINOAMERICANO EN EL CENTRO CULTURAL "IMAGINERÌA " CON GITO MIDONE / IREL ALMA

Foto

Grito de mujer

Recorres mis umbrales sombríos, que como ave/  
sobrevuelas, te adueñas de mi ser, de mis entrañas./

En mi fértil tierra, del goce besado de mis hijos,/
cuando tu amor encuentra blanco en mis entrañas,/
vibrando, tus venas buscan mi amparo, yo, refugio./

Me despliego en la espesura de mis dioses perdidos/
cuando el amor en que creía se derrama de golpe/ 
sobre mi cuerpo, mi rostro, quemando con odio/ 
enajenado, pujando mis entrañas cuando el golpe/ 
derramas sin tregua, hiriendo mis labios y escondo/ 
las marcas ante todos, sin saber abrirme puertas y /
mis pasos caen adormecidos en mi enredada noche./

Se entreabre mi martirio que desborda mi grito./
Mis ojos se agigantan, del desgarro en mi cintura/ 
ensanchada milagrosa, mis entrañas y mi piel se /
arqueaban quebrando el huracán ante el gesto/ 
de la vida, cuando el amor se funde desbordando/ 
la furia, me quiebras como pájaro asustado huyes./

El amor queda como una sombra fría, endurecida,/ 
y el hombre hiriente duerme en su siniestro brillo./

Mientras mi cuerpo de mujer, queda extendido/
en el infierno y despierto con mi grito de Mujer!

 AUTORA : LIDIA CRISTINA CARRIZO, Miembro fundador de Asolapo Argentina Argentina de 

sábado, 16 de marzo de 2013

UNA BOTELLA EN EL MAR


UNA BOTELLA A LA MAR

Cuando miro el mundo a la altura de mis cien setenta y tres centímetros me quedo asombrado de su inmensidad. Cuando veo la riqueza que me rodea y al mismo tiempo veo seres humanos mendigando el pan cotidiano me desaliento de tanta injusticia. Cuando me rasco los bolsillos y no saco más que un pañuelo sucio, me inunda un sentimiento de rebelión. Cuando me doy cuenta de mi poca luz intelectual, mi ignorancia, mi falta de coraje y mi vocabulario escaso, me pregunto: ¿como una cosa tan insignificante como yo puede influir sobre el curso del mundo? Entonces me acuerdo cuando mi tío Ramón me decía:

-  Animo Tolin, no t’acovardes!

Mi tío era un tejedor raso de Alcoy que multiplicaba las horas en las fábricas para mantener su familia pero cuando llegó la hora, no le faltó coraje para ir a combatir la injusticia y defender la libertad en las tierras de Teruel, y Dios sabe cuanto sufrimiento tuvo que soportar.

Entonces me digo que cada uno debe hacer según sus medios y pensar que para elevar un edificio, por grande que sea, se necesitan piedras de todas las tallas y las pequeñas no son las más inútiles. Dichoso aquel que la naturaleza le donó la facultad de poder exprimir sus ideas con pluma y tintero porque podrá sembrar su resentimiento à todo viento. La ocasión se presentó, una puerta se me abrió. No supe que hacer en el momento pero mi conciencia me dijo: ¡no seas cobarde! el alma de tu tío de observa. Eccho me qua a mezclar mi verbo entre medio de tanto talento que se lee entre las paginas de esta publicación que llamamos SIEMBRA.

Obedeciendo a un instinto que cincuenta años de contabilidad han grabado en mi mente, no pude resistir a la curiosidad de saber como funcionaba esta publicación, su organización y equilibrio financiero. Me di cuenta entonces de su fragilidad. La perennidad de este periódico depende de la  tenacidad de unos cuantos voluntarios y de la generosidad de unos pocos apasionados. He hecho poco en mi vida por una noble causa y esta vez todavía no me iré mas allá de la ralla. Solo una pequeña contribución para que el grano no muera, para salvar la memoria de aquellos descamisados inocentes, inexpertos, que dieron su  vida en defensa de la libertad, ofreciendo sus pechos desnudos a las bayonetas en manos de asesinos profesionales.

Dicen que, cuando los cristianos de la Roma antigua eran conducidos en las arenas para ser devorados por las fieras en nombre del orden romano, cantaban con alegría, incluso cuando los animales los destrozaban con sus garras. Dicen que, cuando el espectáculo se terminaba, de los restos de los desgraciados subían al cielo gritos de alegría. Dicen que, mas tarde, de los excrementos de los leones subían voces diciendo: ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¿Lo dudas? Pues no lo dudes, compruébalo tu mismo. Si algún día se te ocurre de pasear por las tierras cordobesas, a las alturas de Espejo y de Cerro Muriano una noche de verano, bajo el cielo iluminado por las estrellas, cuando el aire se inmoviliza por respeto a los alcoyanos muertos un mes de septiembre 1936, escucha. De los huesos esparcidos por esos campos y las fosas comunes, oirás subir de la profundidad de la tierra cordobesa un murmuro, un aliento que dice “ESPAÑA SERA LA ANTORCHA….”

Quisiera dirigirme a los hijos, nietos, bisnietos de aquellos que la barbarie obligo a exiliarse  particularmente en Francia i accesoriamente a los demás, “NO OLVIDES”. Una forma simple de mostrar tu fe será de aportar tu pequeña contribución para que SIEMBRA no muera.

ANTONIO FERRER, ALCOY, Alicante, España (Revista Siembra)

GRITO DE MUJER


GRITO DE MUJER


Grito de mujer que brama
como cierva en un desierto
clama por corrientes de agua
con sed, pues ya nadie la ama.

Instrumento descartable
de una sociedad machista
deja de ser codiciable
presa de amor egoísta.

Grito de mujer ¡reclama!
solamente tus derechos
ser mujer, esposa y ama
de lo que criaron sus pechos.

Culturas que hicieron de ella
un objeto deleznable
siendo en perlas la más bella
para ella no hay trato amable.

Grito de mujer  que espera
ser tratada como igual
que halle el eco en la frontera
su distancia es abismal.

La lucha será constante
no hay que temer al rechazo
ni al poderío arrogante
pie con pie brazo con brazo.

Grito de mujer hay auroras
que juntas descubriremos
Dios nos hizo "coadjutoras"
Y con EL transitaremos.

¡BASTA YA! Es suficiente
queremos se haga justicia
quita el velo ¡Se valiente!
en vez de azote, caricia.

LIBIA BEATRIZ CARCIOFETTI  Canciller Cultural de Asolapo Argentina
 Santiago del Estero, Argentina

LAS ALAS PERDIDAS

                                     LAS  ALAS PERDIDAS

Elevo mis brazos
atrapado y sin aliento,
con las alas gastadas
quedo en silencio.

Me sostienen las ramas
en mi lecho enjaulado,
son cuerdas que atan
ya que partir no puedo.

Mi alma me abandona,
mi prisión es eterna,
se cristalizan mis lágrimas,
prisionero y sin  fuerza.

Siento que me ahogo,
en el hueco suave
del árbol  vencido
guardo  mis temores.

Por los senderos oscuros
de mi destino impróvido
sueña los soles perdidos,
mi corazón embriagado.

                                                 ESTRELLA  del SUR

                           MIRTHA NÉLIDA GAITAN, poeta y escritora argentina
   Miembro Honorífico de Asolapo Argentina