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viernes, 5 de octubre de 2012

SIETE DÍAS EN ISRAEL

SIETE DIAS EN ISRAEL   (septiembre 2012)
           
            No es fácil escribir una crónica sobre Israel  ya que lo más frecuente es caer en los tópicos que, en forma de bombardeo, nos caen a diario a través de los medios de comunicación en nuestras aturdidas y atiborradas cabezas. Y junto a ello, la ineludible obligación de hablar del islam.
            No es esta mi intención ya que multitud de politólogos y periodistas ya abordan esta función con sobrados  recursos y facultades mejores que las mías propias.
            Por lo tanto mi opinión será la crónica de una persona interesada por saber qué hay detrás de tanta información interesada, cómo son los habitantes de unas tierras que todos conocen como “Tierra Santa”.
            Pasé varias horas en el aeropuerto de Estambul esperando el avión que me depositaria casi tres horas después en Tel- Aviv. Me dispuse a leer, hacer crucigramas, pero me fue imposible, nunca en mi vida he podido ver un desfile de personas de todas partes del mundo tan completo, variado y multicolor; era como ver la tele, pero en directo. Un musulmán con su cohorte de hijos y esposa, parejas él con barba y ella cubierta completamente de negro sólo visible sus ojos, incluso sus manos dentro de guantes negros también contrastaban con gentes eslavas vestidas informalmente, japoneses con su multitud de cámaras fotográficas, exuberantes turbantes femeninos cubiertos con pañuelos de países musulmanes asiáticos. Hasta tuve la ocasión de asistir al rezo de una mujer musulmana, la cual, instalada en un rincón sobre una pequeña alfombra, juntaba las manos arrodillada y colocando, de cuando en cuando, su cabeza entre sus manos apoyando éstas sobre el suelo.  ¡Qué abigarrado panorama, qué espectáculo tan diverso y que privilegio poder ver en vivo y en directo todo aquello!.,
            Y de repente aterrizo en Tel-Aviv, vienen a buscarme mi hijo y nuestro amigo en común, Josef.  Mi impresión es que estoy en un país moderno, iluminación impresionante, perfectos trazados urbanos, veo jardines, edificios enormes, modernos, en donde no faltan las placas solares y terrazas-balcones en cada uno de los pisos, es una característica de todas las edificaciones, siendo lo mismo en cuantas ciudades he visitado entre ellas la hermosa ciudad de Haifa hacía el  norte, así como el pequeño pueblo de Zikhron Ya akov donde se producía vino por colectivos judíos ya en l882 y donde se quito la vida la hermosa Sara. Y así fueron llegando historias del pueblo hebrero, antiguas y modernas, todas ellas interesantes.
            No es de extrañar la impresión que puede causar en las personas la ciudad de Jerusalén, con su mezquita, el muro de las lamentaciones, el Santo Sepulcro, la torre de David. El crisol de las antiguas religiones conviven juntas aunque no revueltas, las fronteras personales se acentúan, las miradas curiosas se disparan, pero todos se respetan. Cristianos ortodoxos venidos de los países del Este,  en forma de bandadas, lo invaden todo, los árabes en el zoco se ocupan de sus negocios de venta de “souvenirs”. Los viandantes se cruzan, se observan, casi todos van a rezar, cada cual a su dios. Miro a unos y a otros, mi curiosidad choca entre lo que veo y lo que siempre he supuesto, creo que necesitaré un tiempo para evaluar debidamente tanta maravilla, tanta historia concentrada. No hay un prototipo judío, llegados de todas las partes del mundo, incluida Etiopía, descendientes de la reina de Saba esposa de Salomón. Son un abigarrado conjunto de gentes cívicas y educadas. Si no fuera por el calor, hasta 47 grados diría que estamos en cualquier ciudad de Europa.
             Presenté  mi libro “Retazos de la posguerra 1939-1953” al grupo de castellanos hablantes atendiendo su amable invitación. Vi rostros atentos, curiosos que, por la edad estaban al corriente de la historia del pueblo español, pero esta vez alguien venida de tan lejos  y al hacerlo  personalmente infería un matiz peculiar. Contesté a cuantas preguntas se me hicieron y quizás me excedí con matices, pero creo que fueron necesarios en todo discurso que se pretende lo más justo posible. Fluía interés, sensibilidad, dulzura características de personas que  sufren y luchan por mejorar su existencia y la de los demás. El país estaba de fiesta, se celebraba el “Rosh Hashana,  principio del año judío, nada más ni nada menos que el 5773
            Resultó notorio el día que dedicamos al Mar Muerto. Emplazado al sur-este de Israel y haciendo frontera con Jordania es la concentración de agua con los elementos químicos más abundantes que lo hacen único en el mundo. Situado a 400 metros más bajo del nivel del mar, este lugar recibe cantidad de personas que vienen a curarse enfermedades de la piel (hongos, escoriasis) etc. No hay manera de poder sumergirte, al momento flotas sin moverte, ausente de flora y fauna y al borde de un enorme desierto las múltiples sensaciones se suceden. Las personas cubiertas con lodos reparadores se pasean a 47 grados; una ducha de agua dulce se hace imprescindible.
Como colofón hablaría del parque Nacional de Masada, fortificación del último reducto de los hebreos que decidieron suicidarse antes que entregarse a los romanos, allá por el ya lejano 73 de nuestra era.
            Esta pequeña y modesta crónica pretende dar una imagen de la parte judía de  Israel, fuera y aparte de lo que estamos acostumbrados a ver y oír y agradecer la bondad, las atenciones y la generosidad con que fuimos tratados por unos amigos entrañables que serán inolvidables.

SALOMÉ MOLTÓ, Poeta y Escritora española, Alcoy, Alicante, España 
Miembro Honorífico de ASOLAPO ARGENTINA
                                                                                          

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